Friedrich Merz se encamina a la victoria en las elecciones alemanas con una ultraderecha más fuerte que nunca

La CDU obtiene la primera posición con un 28,6%, seguido de la AfD con un 20,9%

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Las elecciones federales en Alemania han culminado con la victoria de la derecha, con la ultraderecha reforzada, duplicando el porcentaje de voto de los últimos comicios, y con los socialdemócratas asumiendo el peor resultado de su historia. Si se ratifica lo que auguran los sondeos y los datos preliminares del escrutinio, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Friedrich Merz ha obtenido un 28,8%, alzándose con la victoria y arrebatando el liderazgo a un desgastado Partido Socialdemócrata (SPD).

«La coalición semáforo [conformado por el SPD, Los Verdes y los liberales del FDP] ha sido finalmente derrotada: el nuevo canciller será Friedrich Merz«, ha anunciado el secretario general de la CDU, Carsten Linnemann.

«Vamos a gobernar y vamos a seguir adelante», ha garantizado Merz en una alocución arropada por los vítores de sus seguidores. Un discurso triunfal para unos resultados inferiores a los que anticipaban las encuestas y que, además, no son comparables con las victorias electorales de la CDU de Angela Merkel, histórica adversaria de Merz dentro del partido, que rara vez obtuvo menos de un 30% de los votos.

La CDU tiene ahora la difícil labor de encontrar un socio para gobernar en mayoría. Un proceso que les obligaría a configurar una coalición de hasta tres partidos, en este caso la llamada «coalición Kenia», formada por socialistas, conservadores y verdes. Un escenario que se daría solo si las formaciones minoritarias, liberales o populistas de izquierdas, superan la barrera mínima del 5% para llegar al Bundestag.

La otra opción para facilitar la gobernabilidad se presentaría si las formaciones pequeñas no logran entrar en el parlamento, porque conservadores y socialistas podrían formar entonces una coalición amplia entre los dos partidos.

Mucho más contundente ha sido el desempeño del partido de extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD). Si se confirma su 20,9%, habrá duplicado el número de escaños con respecto a 2021 (151 diputados frente a 77), haciéndose con una quinta parte del legislativo alemán. La joven formación política, fundada en 2013, sale reforzada tras una campaña marcada por una serie de ataques violentos, que han alimentado el discurso contra la inmigración, así como por las intervenciones en su favor por parte de la Administración del presidente Trump.

El SPD del canciller Olaf Scholz ha sufrido una dolorosa y anticipada derrota, terminando en un tercer puesto con el 16,5% de los votos y muy castigado por los vaivenes de la «coalición semáforo». Con su peor resultado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Scholz quedará definitivamente fuera de la primera línea política después de haber afirmado en el primer debate poselectoral —denominado «ronda de elefantes»— que no participará en las negociaciones con la CDU ni formará parte de un Ejecutivo con Merz con un cargo de ministro.

Los Verdes de Robert Habeck, autodenominados «supervivientes», han sido los socios del anterior Gobierno que han salido mejor parados en las urnas. Con un 11,3%, aguantan el pulso y evitan la caída en el abismo. Una debacle que no habrían podido evitar los liberales del Partido Democrático Libre (FDP) ni los populistas de izquierda de la Alianza Sahra Wagenknecht-Por la Razón y la Justicia. Con un 3,2% y 4,9% respectivamente si se ratifica, no superarían la barrera mínima del 5%. Como consecuencia de los malos resultados, el líder del FDP, Christian Lindner, ha anunciado su renuncia a la política.

En cuanto a la formación de izquierda, Die Linke, ha incrementado sus escaños con respecto a las anteriores elecciones, pasando de 39 a 62 (8,8%) gracias a haber logrado aglutinar el voto joven y femenino de las grandes urbes. El dato global de participación electoral ha sido del 82,6%, la más alta desde la reunificación.

Merz: «Esto es una responsabilidad y la voy a asumir»

«Bienvenidos a la casa de la CDU» ha exclamado Merz nada más conocerse las estimaciones de los sondeos a pie de urna. El líder de la CDU no ha dudado en reclamar la victoria en las elecciones generales y ha pedido «negociaciones rápidas» en vista de las grandes crisis que hay en el mundo. «Sé que esto es una responsabilidad y la voy a asumir«, ha prometido.

Merz también ha lanzado mensajes a sus rivales políticos, y ha señalado que, más allá de la contienda electoral, es necesario «hablar» para formar un Gobierno con una mayoría parlamentaria «con rapidez». «El mundo de ahí fuera no nos espera«, ha advertido.

Al mismo tiempo, ha mostrado en la televisión pública alemana sus diferencias con la AfD, y se ha opuesto categóricamente a gobernar con Wiedel. «Mis votantes y sus votantes sabían que no íbamos a gobernar juntos. Nos puedes tender la mano, pero no vamos a hacer una política errática; no vamos a gobernar juntos», ha sentenciado.

Al contrario que Scholz, Merz no cuenta con experiencia previa en el Gobierno, pero ha prometido proporcionar un liderazgo «mejor» y establecer más vínculos con aliados clave, devolviendo a Alemania al «corazón de Europa«.

Un resultado histórico para la AfD

«Nunca hemos sido más fuertes a nivel nacional», ha festejado la colíder de la AfD, Alice Weidel, en la sede del partido. Ha sido la primera figura política en celebrar ante los medios los históricos resultados de su formación y, pese a la existencia de un sólido cordón sanitario en Alemania, no ha dudado en ofrecerse a Merz para formar Ejecutivo.

«Somos el único partido que ha duplicado su resultado. Nos querían reducir a la mitad y ha pasado lo contrario. Nuestro brazo siempre estará extendido para entrar al Gobierno y hacer realidad la voluntad del pueblo», ha afirmado Weidel. «De lo contrario, no será posible un cambio político en Alemania», ha recalcado.

«Si hay una coalición entre los rojos y los verdes, [Friedrich Merz] no durará como canciller», ha señalado durante la «ronda de elefantes».

Este giro hacia la derecha llega en un momento crucial para Alemania y para Europa, sorprendida por la injerencia de socios de Trump en la campaña electoral, los temores de una ruptura del vínculo transatlántico y las amenazas de mayores aranceles aduaneros.

Asimismo, la inmigración se ha situado en el centro del debate, con posturas cada más duras por parte de casi todos los partidos políticos. Un cambio profundo en el sentimiento de la opinión pública alemana que ha pasado del «Refugiados, bienvenidos» auspiciado por Merkel durante la crisis migratoria de 2015, al discurso duro en contra de los migrantes que la AfD ha logrado popularizar promocionando un discurso contra los extranjeros.

Scholz: «El resultado es una derrota»

Frente a las celebraciones de Merz y Weidel, el canciller y líder de los socialistas de la SPD, Olaf Scholz, ha admitido su derrota en los comicios y ha felicitado a la CDU por su victoria en las elecciones. Pero pese a los resultados, ha dicho que no renuncia a llegar a postularse como canciller.

«El resultado del SPD es una derrota, y hemos de decirlo con claridad. Tenemos que seguir avanzando», ha afirmado Scholz con rostro serio.

«Esta es una derrota histórica para el SPD… Es una noche muy amarga», ha señalado a su vez el secretario general del SPD, Matthias Miersch. Unas palabras similares a las del ministro de Defensa y miembro del SPD, Boris Pistorius, quien ha tildado los resultados de «catastróficos».

«En las últimas elecciones el resultado fue mejor y asumí la responsabilidad. Esta vez también la asumo», ha asegurado, incidiendo en la necesidad de vetar a la AfD del Gobierno. «El hecho de que [la ultraderecha] haya obtenido este resultado significa que no podemos quedarnos de brazos cruzados».

Los socios de coalición, en el aire

Más allá de su victoria, la CDU deberá pactar con otros partidos si quiere gobernar Alemania. Un proceso complejo que, sin embargo, Merz desea lograr «como muy tarde en Semana Santa«, según ha asegurado a la cadena Phoenix.

Pese a la disposición de Merz a una negociación con la formación ecologista de Habeck, que calificó de socio «razonable» durante la campaña, la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), afiliado a la CDU en estas elecciones, ha reiterado sus «dudas» sobre que esta asociación. De hecho, y en el supuesto de que obtenga representación el partido Por la Razón y la Justicia, dicha coalición no será suficiente para gobernar con mayoría.

«Sigo convencido de que no habrá cambios en la política de Los Verdes y, por lo tanto, no puedo imaginar que se forme una coalición» ha asegurado el líder de la CSU, Alexander Dobrindt. Ambas formaciones mantienen posiciones contrarias en cuanto a la agenda climática y económica, si bien comparten intereses similares en política exterior.

En una posición diametralmente opuesta a las palabras de Dobrindt, Habeck se ha mostrado más proclive a negociar su entrada en el Gobierno. «Los Verdes queremos seguir asumiendo responsabilidad. Si es posible, se verá tras una larga noche«, ha afirmado. «Los partidos democráticos debemos actuar al unísono», ha afirmado a su vez la ministra de Asuntos Exteriores y miembro de Los Verdes, Annalena Baerbock.

Firme a su deseo de postularse como candidato a la cancillería, Scholz ha anunciado que no participará en los acuerdos de coalición con el bloque conservador si Friedrich Merz invita a los socialdemócratas. «No seré representante del SPD en un Gobierno liderado por la CDU», ha incidido.

Por otro lado, una de las portavoces de Die Linke, Heidi Reichinnek, ha mostrado su disposición a colaborar «con todas las formaciones», aunque los democristianos han descartado categóricamente cualquier acuerdo con esta formación.

Con la puerta cerrada a la AfD, a Merz le esperan unas prolongadas conversaciones, con la posibilidad de escenarios como una «coalición Kenia», liderada por la CDU junto a la SPD y Los Vedes.

Fuente: Agencias