El zarangollo murciano es uno de los platos típicos y principales de la gastronomía murciana. Se elabora con Calabacín, patata, cebolla, huevo y sal y tiene una textura de revuelto. Se puede servir como aperitivo o como plato ligero.
Se puede acompañar con un vino de uva Monastrel, uva autóctona de Murcia, ya sea de Jumilla, Bullas o Yecla, o incluso vinos de la tierra elaborados en Abanilla o incluso en Cartagena.
Cuando el Zarangollo se pone como aperitivo se puede acompañar por otras comidas como matrimonios, o cualquier plato o montaditos que son elaborados a la plancha: morcillas, salchichas, longanizas, tocino…
Al no contener ningún derivado de la carne, es un plato que pueden tomar perfectamente los vegetarianos. Sin embargo, al contener huevo, no puede estar incluido dentro de la dieta vegana, ya que el huevo es un derivado animal, y por tanto al contener huevo, no se trata de un plato vegano.
Sin duda alguna, si hay un plato tradicionalmente exportado de Murcia al resto del mundo, este es el zarangollo. Forma parte de la dieta mediterránea y es uno de los platos más sencillos que se pueden preparar de la gastronomía murciana. Es uno d ellos platos más demandados en las barracas de las fiestas de primavera, junto a los paparajotes, las migas y el café de olla.
Zarangollo murciano
Ingredients
- 2 Calabacines
- 3 Patatas medianas
- 1 Cebolla
- 2 Huevos
- Aceite de Oliva Virgen Extra
- Sal (al gusto)
Instructions
Pelar la cebolla y lavar los calabacines. Cortar la primera en juliana más o menos fina. Calentar un par de cucharadas de aceite de oliva en una sartén o cazuela amplia y sofreír la cebolla con una pizca de sal. Bajar el fuego y dejar pochar hasta que esté muy tierna. Si usamos cebolleta podemos ahorrarnos el paso y cocinarla con el calabacín, aunque a mí me gusta caramelizarla un poco antes.
Mientras se hace la cebolla, pelar los calabacines con un pelaverduras, para retirar el mínimo de carne. La idea es eliminar solo la parte verde más externa de la piel, aunque también se puede dejar. Cortar en discos finos.
Añadir el calabacín a la cebolla, salpimentar ligeramente y remover bien. Cocinar primero a fuego fuerte sin dejar de remover, para que vaya soltando el agua. Si no entra todo de golpe, esperar a que reduzca un poco para hacer hueco; al final va a disminuir mucho el volumen.
Cuando el calabacín ya no esté tan crudo, bajar el fuego y dejar cocinar lentamente. Así logramos que quede con un sabor concentrado y la textura muy suave, ahorrándonos la fritura que era más tradicional. Remover de vez en cuando y mantener la cocción hasta que esté muy tierno, unos 40-50 minutos.
Finalmente cascar los huevos directamente encima, salpimentarlos y remover suavemente, integrándolos en la verdura, rompiendo las yemas. La idea es que se cuajen poco a poco, quedando muy jugosos, sin llegar a formar un revuelto o una tortilla. Si son huevos muy pequeños podemos añadir alguno más.
Mantener la cocción unos minutos más a fuego suave hasta que quede la textura al gusto, jugosa pero no muy caldosa. Dejar reposar fuera del fuego unos 10 minutos y servir inmediatamente o refrigerar cuando se enfríe. Aguanta muy bien varias horas bien guardado en la nevera.